Ante la abundante demanda que hemos observado hoy en la red sobre este artículo dedicado al Festival que se publica en El Pirineo Aragónes, firmado por el conocido periodista jacetano Carlos del Pueyo, copiamos y transcribimos el texto para que los interesados lo podáis leer correctamente.
Además, al final del post, adjuntamos también los otros artículos que aparecen sobre el mismo tema en la edición de hoy de El Pirineo Aragonés, para los que no tengáis el periódico a mano.
Matar un sueño y
acabar con el futuro de
un pueblo
En la Historia, los
acontecimientos extraordinarios vienen proporcionados por la concurrencia, en
espacio y tiempo, de varios factores sociales y humanos. Cuando una buena idea,
alguien capaz de llevarla a cabo y un motivo importante para hacerlo confluyen
en un mismo tiempo y en un mismo lugar, termina por crearse ese acontecimiento
único. Esto es lo que ocurrió en Jaca a principios de la segunda mitad del
siglo veinte y, como consecuencia, se produjo el nacimiento del Festival
Folclórico de los Pirineos; sin duda, todo un evento histórico para la ciudad.
El farmacéutico Mariano Gállego
Roselló, jacetano de adopción procedente de Ayerbe, inquieto prócer de los
finales de la década de 1950, teniente de alcalde, presidente del casino Unión
Jaquesa y, entre otros cargos, presidente del CIT (entidad creada en 1924 para
fomentar los recursos turísticos de la zona y promocionar la Jacetania en el
exterior), figura injustamente olvidada por la sociedad jaquesa hace ya tiempo,
entre otras cuestiones por su temprana muerte en accidente de tráfico, llevaba
varios años considerando la idea de organizar un gran evento cultural,
artístico y popular que pudiera atraer al incipiente turismo español hacia Jaca.
La situación política de España en aquellos momentos, aislada del mundo por la
dictadura que padecía y rechazada por los principales países europeos y
occidentales, era un verdadero hándicap, prácticamente insalvable, para que
grupos artísticos extranjeros, de categoría internacional, ni siquiera se
plantearan acudir a España.
Gállego Roselló, hombre bien
relacionado al otro lado de la frontera, sugirió a sus colaboradores la
posibilidad de utilizar a gente de Francia que pudiera conseguir la afluencia
de artistas internacionales; de otra manera, desde España, según los expertos
consultados, resultaba imposible; se trataba de acercar al continente europeo, al
núcleo del viejo continente, centro neurálgico del mundo civilizado, el
folclore y la cultura de países exóticos y lugares desconocidos y lejanos a
través de Jaca.
Así iba tomando cuerpo aquella
idea como alguna otra que este excepcional personaje puso, en aquella época,
sobre la mesa y que luego otros, inteligentemente, hicieron suyas y supieron
convertirlas en realidad para Jaca como, por ejemplo, el paseo de la Cantera,
etcétera.
Trabajo y motivación
Fue cuando uno de sus más
estrechos colaboradores le sucedió al frente del Centro de Iniciativa y Turismo
(CIT), Armando Abadía Urieta, quien definía a su predecesor como un hombre
adelantado a su tiempo, cuando comenzó a trabajarse en serio para poner en
marcha el proyecto. Entre el entorno social y de amistades de Gállego y Abadía,
se creó un grupo de hombres que también mantenían buenos apoyos al otro lado de
la frontera, así como en diferentes estamentos españoles, dispuestos a trabajar
por su pueblo.
Comenzaron a intensificarse los
viajes y contactos con Francia y, sobre todo, con Huesca, Madrid y Zaragoza. Pasaba el tiempo y ya
estábamos en 1961. Después de innumerables idas y venidas del uno al otro côté
y de abundantes encuentros, tanto con la administración española como con
distintas esferas del mundo artístico y de la cultura de ambos países, se llegó
a una reunión, en una fría tarde-noche de noviembre de aquel año, celebrada en
el Hotel Ara de Canfranc, establecimiento actualmente cerrado, en la que, con
la asistencia de los máximos responsables del CIT de Jaca y de los representantes
de varias entidades sociales, empresariales y comerciales de Pau y Olorón, se
pusieron los cimientos de lo que posteriormente se diseñaría como el Festival
Folclórico de los Pirineos.
Por entonces, había surgido ya,
en el seno del CIT jaqués, la necesidad de organizar para 1963 un evento
extraordinario con el fin de celebrar la conmemoración de los novecientos años de la monumental Catedral de Jaca y,
políticamente, comenzaba a hablarse, tímidamente, del acercamiento a Europa.
Asimismo, para promover la apertura
internacional y cultural de nuestra región, condición indispensable para hacer
realidad el certamen, se acordó, con las entidades y autoridades francesas
cercanas, llevar a cabo el hermanamiento
oficial de Jaca y Oloron-Saint Marie como ciudades, cuyos actos públicos se
celebraron en 1962 y se convirtieron, sin pretenderlo, en todo un
acontecimiento político que atrajo a Jaca a varios medios de comunicación
extranjeros, obteniendo una repercusión internacional sorprendente e inesperada
que resultó determinante para mejorar las expectativas del futuro festival.
Entonces, prácticamente ninguna ciudad española estaba hermanada con el
extranjero, aquello fue noticia de primera página en los periódicos españoles…ahora
es difícil de comprender.
Los hombres del CIT
El trabajo no había hecho más que
empezar pero los hombres del CIT no hacían más que confirmar, día a día, su
creencia de que aquello iba a ser muy bueno para Jaca, que era algo
indispensable para el progreso de su pueblo, que traería el bienestar moderno y
que marcaría un antes y un después en el futuro de su ciudad. Por eso, Abadía y
su equipo le quitaban horas al descanso, a sus prestigiosas carreras
profesionales y a sus exitosos negocios para poder entablar los contactos
necesarios con instituciones como la Universidad de Zaragoza, con la que unos
mantenían una directa y magnífica relación, con la administración comercial española,
en la que otros guardaban espléndidos contactos y con tantas otras instancias
políticas, militares, económicas, religiosas o culturales de la época, cuyas
gestiones eran imprescindibles para que Jaca pudiera organizar su certamen
artístico de envergadura internacional. Así pues, ya teníamos los tres
factores: la idea, el motivo y las personas capaces de poner en marcha la
iniciativa. Sólo era cuestión de tiempo que todo aquello comenzara a andar.
Aquel equipo de jacetanos creyó
en el proyecto y tuvo la suficiente visión de futuro para dedicarse con
entrega, a costa de sus trabajos y de sus familias, hasta conseguir que el
festival fuera una realidad. Y, más adelante, siguieron trabajando,
discretamente, para que ese primer festival se convirtiera, en pocos años, en
todo un acontecimiento internacional. Por el camino, todavía les dio tiempo a
recibir la medalla de plata a la mejor oficina de turismo de España.
Las gestiones del festival pronto
se conocieron en múltiples rincones de la ciudad y numerosas familias jacetanas
seguían atentamente, pendientes, los trámites que adelantaban el proyecto que
avanzaba con paso firme, con la colaboración de todos: vecinos, empresas,
entidades e instituciones.
El sueño de una persona pasó a
ser de un grupo y, enseguida, se convirtió en el sueño de todo un pueblo, de
toda una sociedad. Entre aquel grupo de pioneros, del entorno del CIT y del
ayuntamiento, que durante los primeros años hicieron posible el festival
folclórico, con Armando Abadía a la cabeza, se encontraban jacetanos tan conocidos como Juan Domínguez, José Luis
Bescós, Félix Gállego, Eduardo Terrén, Jesús Dumall, José Antonio Noguero,
Lorenzo Echeto, Jesús Muñoz o Eduardo Del Pueyo, como vicepresidente del CIT, y
seguro que alguno más que lamento dejarme en el tintero.
El equipo del festival consiguió,
con sus gestiones, incluso que las empresas ubicadas en la vecina Sabiñánigo,
boyantes entonces, colaboraran, no sólo económicamente, con el proyecto gracias
a la generosidad de personas como José García Ezquerra, Juan Claver o Luis y
Pedro Larroy, que dirigían entonces los designios de esas fábricas y que
mantenían una estrecha relación, incluso familiar en algunos casos, con Jaca.
Escenas para Berlanga
Aquellos hombres no eran más que ciudadanos
que no obtenían nada a cambio, sino todo lo contrario: uno tenía que poner el
coche para recibir, en la frontera de Candanchú, al ministro francés de Cultura
que acudía a Jaca, escoltado por la guardia montada, en representación de nada
menos que el presidente de la República, otro tenía que acompañar del hotel al
pabellón a los artistas invitados, otros prestaban sus casas para que las
autoridades de la época (arzobispo, gobernador, capitán general, etcétera)
pudieran presenciar desde sus balcones, en primera fila, con merienda incluida,
los pormenores del festival. Resulta entrañable como algunos de ellos,
cincuenta años después, todavía se emocionan al recordar cómo los jacetanos
organizaron en la calle, de forma espontánea, el primer desfile improvisado, al
seguir a los grupos participantes al son de la música americana de la época,
interpretada por la banda militar de la base aérea de Torrejón, desde la calle
Mayor hasta el Paseo.
Todo este conjunto de escenas
auténticamente “berlanguianas” se completó con la aparición, mayor cada
edición, del Festival en la televisión gracias a la impagable labor de la
periodista y realizadora jacetana Maruja Callaved (premio Ondas en 1977 por el
programa “Gente hoy”), que entonces trabajaba en TVE, la única cadena que
emitía en el país. Decididamente, el festival había acercado el mundo a Jaca y
había puesto a Jaca en el mundo. Jaca se había convertido, después de muchos
esfuerzos, en el escaparate cultural que mostraba el folclore universal al
mundo entero.
Para aquel grupo de hombres que
estaban convirtiendo un sueño en realidad, toda dedicación era poca. El espíritu del festival pronto se
trasladó a la mayoría de la población de Jaca, donde nadie dudaba en aportar su
granito de arena cuando hacía falta.
Hasta se inventaron un eslogan:
“Yo también iré a Jaca” que recuerdo cómo a los que vivíamos fuera, cuando
leíamos la pegatina en los cristales de los coches, tan lejos de casa, la
morriña y el orgullo jacetano nos ponían el vello de punta. Recuerdo también, cuando
viajábamos por Francia e Inglaterra con mi hermano, cómo nos sorprendía que, al
decir que éramos de Jaca, todo el mundo conocía nuestro pueblo por el festival
folclórico.
De pueblo a ciudad
El evento internacional había
servido para que Jaca pasara de ser un pueblo pintoresco a una ciudad
cosmopolita, había logrado que Jaca se hiciera mayor de edad y que se
convirtiera en una ciudad con unas prestaciones y unos servicios mucho mayores
de lo que por su tamaño le hubiera correspondido si no hubieran existido los
festivales. La proyección del evento había logrado una prosperidad para Jaca
impensable para la época. Nuestra ciudad ha mantenido, hasta hace poco tiempo,
un nivel económico, turístico, comercial y social muy superior al de la mayoría de las capitales de provincia
españolas.
De edición en edición, aumentaba
el número de ciudadanos que se involucraba en la organización del festival;
prácticamente no queda ni un solo jacetano que, durante estos cincuenta años,
no haya trabajado en algo para el festival. Los encargados del CIT fueron
cambiando y quienes, a lo largo de los años, fueron sustituyendo a aquellos
pioneros trabajaron tanto o más que ellos por el bien del festival y de la
ciudad. Se formó el equipo de voluntarios, todo un ejemplo de colaboración y
participación ciudadana. La mayoría del pueblo de Jaca vivía el Festival como
algo suyo. Toda una generación de jacetanos se hicieron mayores también con el
festival, como su propio pueblo, y con esa experiencia de acompañantes,
traductores, guías, voluntarios, espectadores u organizadores aprendieron a vivir.
Eso es lo que no quieren que les
quiten. Por eso, por todo eso, ahora no quieren perderlo. Y protestan. Ese
sueño de Abadía se ha hecho realidad, año tras año, en cada jacetano que ha
vivido el festival y que ha visto, en primera persona, cómo Jaca se ha
transformado y se ha hecho grande a la vez que el festival crecía en dimensión
y en proyección. Hasta la pista de hielo, otro hito histórico que tanto
progreso y bienestar ha traído durante décadas a Jaca, hasta eso se lo debemos
también al Festival, pero esta es otra historia que muy pocos conocen y que
contaremos en otra ocasión.
Miedo y fracaso
Por eso ahora, también, cuando
muchos son ya padres y madres de familia, les da miedo que si el festival no
sigue con el ímpetu de siempre la ciudad vaya hacia atrás, los negocios se
cierren y los empleos se pierdan. Por eso, los que conocen bien la historia de
este sueño, de su sueño, del sueño de su pueblo, protestan e incluso gritan. Y,
sobre todo, no entienden, no comprenden por qué razón u oculto e inconfesable motivo
se quiere liquidar su sueño y destruir sus vidas y las de sus hijos; por qué,
en definitiva, no les dejan vivir su sueño, cosa que pocas personas pueden
hacer en esta vida. El festival era la empresa de todo un pueblo.
Pero, sobre todo, lo que resulta
indudablemente grotesco es que no conozcan esta historia ni lo que significa esta historia para Jaca y
los jacetanos quienes deben velar actualmente por el futuro del Festival.
Cuando se celebró el vigésimo quinto aniversario, Armando Abadía, ya como
alcalde, expresó públicamente su orgullo por el festival y agradeció efusiva y
sinceramente el apoyo y colaboración de todos los jacetanos que habían
trabajado por el festival, destacando el calor popular con que siempre había
contado el evento. Ahora, cuando se cumplen los cincuenta años, desgraciada e
inexplicablemente, en lugar de celebrarlo casi acabamos de entierro…
Se empezó por ningunear, de
manera grosera y mal educada, para eliminar finalmente del terreno de juego al
Centro de Iniciativa y Turismo (CIT), entidad fundadora y organizadora, hasta
ahora, del certamen folclórico. Se siguió, al poco tiempo, expulsando nada
menos que al cuerpo de voluntarios que trabajaban habitualmente en el
desarrollo de las tareas encomendadas y, finalmente, se ha organizado una
programación que no responde en absoluto a lo que ha sido durante cincuenta
años el Festival de Jaca. Este artículo no es más que el testimonio real de
hombres que vivieron, en primera persona, el nacimiento del festival jacetano y
que, por lo tanto, conocen a la perfección su esencia.
Actualmente, el fracaso no puede
ser más estrepitoso ni el futuro más incierto. Ni siquiera se ha sabido
aprovechar el lema legendario como reclamo turístico: si supieran lo que
cuesta, no sólo económicamente, crear un eslogan que funcione… Pero, claro, la
única explicación razonable para que suceda esto es que no lo saben. Lo único
positivo que se ha planteado en esta controversia ha sido la intención,
manifestada por el presidente de la comarca, de organizar el certamen todos los
años.
Una respuesta para el futuro
No es habitual que el pueblo de
Jaca protagonice protestas ni abandere reivindicaciones de ningún tipo. Sin
embargo, la conclusión de la última y fallida edición del Festival fue, para
miles de ciudadanos, el pistoletazo de salida que se escuchó al unísono desde
numerosos y diferentes núcleos sociales y que dio paso a una reclamación común
como cuando se lucha por algo que se siente muy propio y que se está perdiendo.
Jaca se ha dado cuenta de que le quitan el festival. Los actuales responsables
del evento han conseguido, sin pretenderlo, la unanimidad entre los jacetanos;
sólo se han olvidado de un pequeño detalle, que tenía que haber sido a favor y
no en contra…
Finalmente, debo confesar que mi ya
avezada perplejidad periodística subió varios enteros al escuchar, en plena
polémica, las explicaciones del actual alcalde, diciendo públicamente que los
organizadores del festival habían dado todo de sí pero no habían quedado del
todo satisfechos, en lo que se me antoja una declaración que se acerca
insuperablemente a la definición del término ineptitud y si se refiere, como es
el caso, a uno mismo resulta una reacción, dicho desde el asombro y la
estupefacción, rayana en la estulticia. Sólo espero, desde el escepticismo, que
se den cuenta de lo que está en juego para Jaca. Porque en lo que sí que creemos, sin lugar a dudas, es en Jaca y en
los jacetanos. Si Armando Abadía levantara la cabeza, qué metafórica patada en
el trasero se llevaría alguno…
Y también el PAR:
http://www.radiohuesca.com/noticia/497421/El-PAR-de-Jaca-pide-un-debate-sereno-y-consensuado-para-las-futuras-ediciones-del-festival-folclorico
El PAR se desmarca de las "negligencias", barbaridades y falta de gestión de Barrio. ¡¡Ya era hora!!
ResponderEliminarClaro, porque si siguen la nefasta estela del PP en el ayuntamiento, luego que no se crean que les vamos a votar...
EliminarToda una lección de espíritu jacetano y emprendedor. Que vaya tomando nota el alcalde y compañía...
ResponderEliminar¿Por qué una tipografía tan fea? ¿Y el GIF ese de la cámara de video en la esquina superior derecha? Por favor va, que no estamos en 1998.
ResponderEliminarDa gusto leer de vez en cuando textos tan bien escritos y que se nota que saben de qué hablan y sobre lo que hablan. Como jacetana, me ha llegado al alma. A ver si van tomando nota y empiezan a hacer algo, de verdad, por Jaca
ResponderEliminarEl problema es que estos que mandan ahora son incapaces de hacer nada ni parecido a aquello. Lo que no haces en dos años... y ya han demostrado que no saben hacer nada medianamente bien, y menos en beneficio de nadie, ni de su pueblo. Ellos ya se pusieron el sueldo, sobre todo el alcalde pq el negocio no le daba de sí, y a los demás que les zurzan... Con estos, Jaca irá hacia atrás, como los cangrejos...
EliminarEl artículo de El Pirineo da en la diana y lo cuenta muy bien. Así que no creo que podamos esperar gran cosa de este alcalde. ¡Si hasta él mismo dice que no sabe hacer más!!... Eso sí, cobrar, ir de bares y viajar gratis, a costa de los ciudadanos...
EliminarY los militantes y las bases del PP algo tendrán que decir, ¿nadie defiende a su número 1? En tal caso, ¡¡¡ vecinos, sálvese quien pueda que esto se hunde!!!
ResponderEliminarAquí no se hunde nada... Hay otros partidos y puede haber otros candidatos, faltaría más...Que no sólo existe el PP!! Seguro que cualquier otro candidato, sea del PP o sea de otro partido, seguro que le da ci8en mil vueltas a Barrio y también a casi todos los de su equipo que, hasta ahora, no funciona.
EliminarQuien va a defender lo indefendible!!!... Que no les pagan tanto como a Maruenda...
EliminarA lo mejor no funciona por él, por el alcalde quiero decir. Entre los otros puede haber alguno que se salve... Desde luego, para el PP, cualquiera mejor que el Barrio. Visto lo visto... Si repite les pasará como con Villarroya a los otros... Que no le votará nadie...
ResponderEliminarLos vecinos pueden estar muy tranquilos. Para Jaca, ha sido una suerte que la mayoría (sobre todo de los que le votaron) haya tardado tan poco en darse cuenta de lo inútil e impresentable que es este alcalde, en cuanto a gestión política se refiere. A Barrio le votó mucha gente que no es del PP y que ya no le votará más. Y en Jaca hay otros partidos y seguro que se presentarán otros candidatos muchísimos mejores que este "pobre tonto"...
EliminarDe pobre nada y de "tonto", pa lo que quiere, menos aún... Eso sí, inútil e incapaz, un rato largo... No vale para nada. El que más va a perder con este alcalde es el PP
EliminarEste alcalde del PP es fruto del nefasto efecto Zapatero unido al más nefasto efecto Villarroya. pero, afortunadamente, los dos: tanto Zapatero como el otro, sobre todo Villarroya, están ya muy lejos de la política y de la primera línea. A Villarroya ni se le huele por Jaca, menos mal, hasta se va a trabajar a Zaragoza, de "pasante", así que no hay cuidao...Ahora el problema es que nos ha caído encima el "efecto" Barrio... Ya nos hemos dado cuenta de lo que pasa votando en contra de alguien, que vamos a peor...
EliminarLos vecinos tienen que estar muy contentos porque en las próximas, con un poco de suerte, podrán votar al alguno medianamente bueno o por lo menos que lo parezca al lado de estos ineptos que padecemos ahora...
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