
Durante la jornada del domingo, tanto los vecinos de Jaca como los que nos visitaban estos días tuvimos que soportar basuras acumuladas en torno a los contenedores a rebosar. Contenedores que no se llenan en un día. Montones de basura que no pasan desapercibidos en las principales zonas de la ciudad. Olores a putrefacción y residuos descompuestos durante horas bajo temperaturas de más de 30 grados. Está claro que el servicio de limpieza y recogida de basuras falla. Está claro que suponiendo que se tratara de un hecho excepcional estaba a la vista de todos, incluida la de los responsables municipales, de manera que alguien podía haber dado aviso de que esta situación desbordaba al servicio. Está claro que todos los que lo vieron y podían hacer algo al respecto pasaron olímpicamente de solucionar el problema. Y está claro que la imagen que se llevaron nuestros visitantes, aquellos de los que vivimos, no pudo ser peor. ¿Tanto costaba organizar una recogida de basura extraordinaria, que es lo que se hace en toda ciudad civilizada cuando se prevé multiplicar la población por un periodo de tiempo determinado, como sucede cada verano en Jaca?
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