Como la actualidad manda, toca hacer un paréntesis en el asunto de los festivales para hablar de otro tema más que preocupante, muy ligado, por cierto, a la imagen de Jaca, sobre todo de cara al turismo, pero también directamente a nuestra calidad de vida. Se trata de algo tan básico como la limpieza, o mejor dicho, en el caso de la ciudad, de su ausencia. Nos ponemos en situación: Jaca. Primer fin de semana de agosto (clausura del Festival Folclórico de los Pirineos y, por supuesto, temporada alta). Las calles de la ciudad llenas de jacetanos y visitantes, un tiempo inmejorable y una oportunidad única para ofrecer la mejor imagen de Jaca. Pero eso, una oportunidad que pasa de largo porque basta dar un paseo por las zonas más céntricas para comprobrar que la limpieza viaria y el servicio de recogida de basuras brilla por su ausencia.
Durante la jornada del domingo, tanto los vecinos de Jaca como los que nos visitaban estos días tuvimos que soportar basuras acumuladas en torno a los contenedores a rebosar. Contenedores que no se llenan en un día. Montones de basura que no pasan desapercibidos en las principales zonas de la ciudad. Olores a putrefacción y residuos descompuestos durante horas bajo temperaturas de más de 30 grados. Está claro que el servicio de limpieza y recogida de basuras falla. Está claro que suponiendo que se tratara de un hecho excepcional estaba a la vista de todos, incluida la de los responsables municipales, de manera que alguien podía haber dado aviso de que esta situación desbordaba al servicio. Está claro que todos los que lo vieron y podían hacer algo al respecto pasaron olímpicamente de solucionar el problema. Y está claro que la imagen que se llevaron nuestros visitantes, aquellos de los que vivimos, no pudo ser peor. ¿Tanto costaba organizar una recogida de basura extraordinaria, que es lo que se hace en toda ciudad civilizada cuando se prevé multiplicar la población por un periodo de tiempo determinado, como sucede cada verano en Jaca?
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